Melcha Millar
Melcha fue una madre, amiga y hermana muy cariñosa. Le encantaba dar y tenía un corazón de oro. Era una susurradora de animales, me enseñó a cuidar a mis gatos. Tenía un sentido del humor tan abrumador que cada vez que tenía un mal día, me hacía reír. Solía pensar: “Señor, ¿cómo se sale con la suya con lo que hace?” Ahora sé. Es porque cada vez que me siento triste o deprimido, tengo esas historias en las que pensar. Alabado sea Dios por el tiempo que pasé con mi Melcha. Ella era toda mía y nunca habrá otra Melcha.