James Arnold
Mi esposo (Jim) era electricista de oficio y le encantaba su trabajo. No mucha gente puede decir eso, pero él lo hizo. También era baterista y tenía vecinos y amigos que también tocaban la guitarra y el teclado en la casa semanalmente para tocar en el sótano durante horas. Le encantaba hacer eso. Luego, iban al garaje donde él tenía un viejo sofá y un televisor, y encendían la estufa de leña, sacaban una cerveza del refrigerador que tenía abastecido y veían fútbol o hockey. A veces se les podía oír gritar y animar a su equipo tan fuerte que me reiría. Jim era un hombre muy cariñoso que siempre ayudaba en la casa y plantaba un pequeño jardín todos los años. Todos lo extrañan y especialmente yo, que lo amaré siempre.