Tony D. Rubia
Lo primero que nos viene a la mente cuando pensamos en nuestro padre es su singular risa. No importa qué tipo de día tuviéramos, él siempre podía alegrarnos el día con eso. Junto a su risa, siempre tenía unos pequeños dichos que extrañamos tener. Nuestro padre era una persona madrugadora y nos hacía levantarnos gritando “DESPIERTA” por el pasillo y, por supuesto, ¡riendo mientras hacía esto! Cuando las chicas pedíamos algo, él siempre respondía: “No siempre obtienes lo que quieres”. Aunque esta no es la respuesta que queríamos, siempre puso una sonrisa en nuestra cara.